Ubicado en un edificio con detalles arquitectónicos de los años 20, este departamento requería una reorganización espacial acorde a nuevas formas de habitar. El desafío fue actualizar sus ambientes sin perder su identidad.

Decidimos preservar y poner en valor la nobleza de sus materiales originales —granito, hierro, pinotea— como punto de partida para el proyecto. La reubicación de la cocina y el lavadero permitió una transformación clave: ganar un espacio exterior que antes no existía.

Este cambio no solo amplió los usos del departamento, sino que potenció su orientación al permitir que la luz natural ingrese directamente a los ambientes principales.